La Inteligencia y el Poder de los Árboles (IV)

En la tierra donde me crie –compuesta por un inmenso hayedo y concentraciones importantes de avellanos y robles- cuando se llega a finales de verano, las copas de los árboles empiezan a cambiar del verde al amarillo, señal para los habitantes del bosque que los árboles empiezan a estar cansados…; pero no solamente en el sentido material de la palabra, sino que se preparan la hibernación dentro de unos tres o cuatro meses.

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¿Hibernación?  Sabemos que los mamíferos tales como el oso o los lirones, durante el verano y la primera mitad de otoño, almacenan en su piel una gruesa capa de grasa que consumirán durante el invierno. Lo mismo hacen los árboles de hoja caducifolia. Naturalmente se alimentan del azúcar y otras substancias producto de la fotosíntesis y la recogida de nutrientes del suelo y, cuando sus tejidos están llenos –coincidiendo con ese periodo de las estaciones-  empiezan a adquirir dicha tonalidad, la cual poco apoco va pasando al rojizo.  Pero,  porque tienen que hibernar? Principalmente por el agua que cabe en sus raíces, tronco y ramas… para que dichos árboles puedan trabajar necesitan que dicha agua este en estado líquido, dado que si se congela  –el agua no deja de ser susangre”- no funcionaría nada. Por eso el hayedo empieza a disminuir su actividad después de la canícula  -entre el 15 de julio y el 15 de agosto-

Los árboles caducifolios se caracterizan por tener una hoja blanda, tierna y que se pierde rápidamente cuando empiezan las primeras heladas. Además, y a diferencia de los árboles de hoja perenne –como las coníferas- no tienen sustancias anticongelantes en sus hojas, debido a un tema de evolución. Ellos aparecieron hace unos 100 millones de años, mientras que las coníferas ya estaban sobre la tierra hace 170 millones de años. Al perder la hoja, aparte de ser una medida para evitar la pérdida de agua por sus hojas, evitan las tormentas de finales de otoño y principios de invierno  -caracterizadas por ventiscas frías y heladas de más de 100 Km, nevadas en un corto lapso de tiempo y bajada acusada de temperaturas-  Pensad que el suelo del bosque está blando por las lluvias otoñales y que al incidir una ventisca sobre un tronco poco asentado, pueden incidir fuerzas de hasta 200 Tn de peso, el cual se duplicaría a su vez por el “efecto vela” de las hojas  -imaginaros un velero con un mástil de 40 metros y una vela de 30 X 4º metros desplegada en medio de un temporal-

Por otro parte con la caída de las hojas evitan que el peso de las nevadas pueda partir las ramas y el tronco, ya que la nieve solo se deposita en las ramas, con menor presión por m₂ y desapareciendo solamente las ramas más débiles  – que  pasarán a formar parte del ciclo de la descomposición-

Carretera a Vidrà en diciembre de 1996

 

Salvando las distancias, para los árboles es como ir “al lavabo antes de ir a dormir” … aprovechan para deshacerse de desechos y substancias nocivas antes del sueño invernal, el cual tiene un efecto reparador similar a nosotros cuando nos vamos a dormir por la noche…

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