La Inteligencia y Poder de los Árboles (I parte)

Muchas veces hemos hablado de la necesidad de comunicarnos con el resto de los seres vivos, en la necesidad de entender cómo viven, como piensan y si tienen existencia similar a la nuestra, con una conciencia y un espíritu a fin con la de su naturaleza y con la del medio donde se desarrollan…. Eso adquiere especial sentido cuando nos referimos al reino vegetal.

Tradicionalmente, ya sea por cuentos y leyendas o por filosofías afines al chamanismo y la magia, siempre se ha identificado la existencia de unos seres vinculados con cualquier ser de ese reino, denominados por Cagliostro como “elementales” y en nuestro folklore identificado con infinidad de denominaciones que, en función del lugar geográfico y cultural, corresponden a seres pertenecientes al mundo de las hadas o “al otro reino”. Desde la óptica de la filosofía Ecland es perfectamente compatible, debido a la creencia en la existencia de dichos seres que además interactúan con nosotr@s, a veces de forma sutil…

¿Ahora bien, como podemos enfocarlo en relación a anteriores artículos de esta sección? ¿Cómo podemos enfocarlo con una base de carácter científico –sistémico para más señas- que nos ayude a tener una visión acorde con nuestro mundo cotidiano y a la vez como acceso a otras percepciones diferentes? En las siguientes líneas intentaré facilitarlo…

Para empezar la primera pregunta que debemos hacernos al acercarnos al reino vegetal y como forma especial de expresión natural, a un bosque, es…. ¿Qué es un árbol? Cogiendo el diccionario de la Real Academia Española, esta sería “una planta de tronco leñoso y elevado, ramificándose a cierta altura del suelo”, o sea que el brote principal ha de crecer hacia arriba, lo cual contradice a cualquier árbol de la zona mediterránea… por citar un ejemplo.

Y cuando un árbol es cortado, ¿está vivo o muerto? Que ocurre cuando el tocón continua vivo y rebrota el árbol? ¿Cuánto vive realmente un árbol? ¿Se comunica con imágenes? Y con nosotros, ¿cómo? … todas estas preguntas podemos plantearnos al ver que las definiciones aceptadas oficialmente, no encajan con la realidad que palpamos…

2016-04-09 17.55.21

Antes de seguir con este artículo, me gustaría citar un experimento que se dio en la región Sueca de Dalama, hace unos años y que leí en una revista científica, sin que por desgracia habrá podido encontrar referencias de dicho artículo… Una Picea – de la misma familia que los Pinos-  muy baja había formado una especie de arbusto plano como un tapiz que envolvía el tronco; al estudiar sus raíces por el método del C₁₄ – el Carbono 14 es un carbono radiactivo, el cual se forma continuamente en la atmósfera y se desintegra muy lentamente. Cuando menor es la cantidad de C₁₄, más viejo es el tejido-  esta dio un resultado final de 9.550 años, a pesar de que el tronco era joven y con brotes nuevos…. Por lo que podíamos considerar raíces y tronco como un mismo ser. He comentado esta anécdota porque contrariamente a lo que creemos percibir, las raíces son la parte más importante del árbol –no solo por la recogida de nutrientes, como veremos más adelante- Es la más importante porqué actúa como un verdadero cerebro y las raíces, como hemos visto, se acumulan la experiencia de milenios de la planta y/o árbol. Al margen de esta consideración, nuestro cerebro –y el conjunto del reino animal- utiliza procesos neuronales, pero sin embargo los árboles utilizan los procesos semioquímicos –basados en la captación de sustancias, transporte y en un sentido contrario, llevar los productos de la fotosíntesis hasta los hongos colaboradores que incluso envían señales de alarma a árboles vecinos-

Un experimento que se realizó a mediados del siglo XX, determino que el comportamiento de las raíces es muy similar al cerebro de los animales… cuando estas avanzan por el terreno, reciben estímulos de carácter eléctrico. Estas cuando encuentran substancias tóxicas, rocas impenetrables o zonas demasiado húmedas, cambian la dirección y desvían los estolones para evitar la zona problemática, emitiendo un flujo eléctrico el cuál es similar al que emitimos ante los recuerdos o emociones, por lo que se deduce la existencia de una inteligencia – diferente a la nuestra- memoria y emociones.

Otro aspecto que denota la existencia de inteligencia es la propia configuración del bosque… si observamos cualquier bosque, los árboles tienen una disposición social y se ayudan los unos a los otros –de una misma especie- A pesar de que en dicho ecosistema cada especie arbórea intenta conseguir más espacio y optimizar el rendimiento, desde hace millones de años existe una asociación con los hongos, los cuales obtienen sus nutrientes de materia inorgánica, incapaces de realizar los mismos la fotosíntesis, por lo que están ligados a uniones orgánicas con otros seres vivos, de los cuales se alimentan. En los árboles que cooperan con hongos, la cantidad de substancias vitales -como el nitrógeno o el fósforo- viene a ser el doble que en aquellos que absorben los nutrientes del suelo sin ayuda, únicamente de sus raíces. El hongo penetra y rodea las raíces, extendiendo una red para el suelo circundante del bosque y creando su propia red por la que intercambia nutrientes e información –por poner un ejemplo, ante el ataque de una plaga de insectos-

Monolito cubico y poza 1_octubre_2001

Y he dicho información porque existe una especie de “Asistencia Social” entre los árboles de una misma especie, en el bosque. Observemos un jardín o un parque público: veremos que los árboles están distanciados los unos de los otros, por motivos tales como la competencia por la luz, nutrientes, etc… y es verdaderamente así excepto como hemos dicho, en los árboles de una misma especie. Así por ejemplo las Hayas tienen la capacidad de alimentarse las unas a las otras y tener una “afinidad” o “amistad” entre ejemplares. Aunque suene a cuento feérico, lo explicaré con los siguientes ejemplos…

sallent 10

La Tierra donde me crié y recibí la tradición “Ecland” es en su conjunto un impresionante hayedo que sea mantenido exactamente igual al final del Cuaternario, gracias a lo accidentado de su relieve –el cuál ha propiciado el mantenimiento de un clima mucho más húmedo del que correspondería por latitud- y a su vez ha propiciado la existencia de barrancos y cañones que no han tenido nunca presencia humana, manteniendo el índice de humedad idóneo desde sus principios. En muchas zonas del bosque observamos rocas cubiertas de musgo y en ocasiones con huecos en su interior. Cuando levantamos la capa de musgo, descubrimos que no son rocas, sino corteza de árbol vieja y dura que corresponde a un tocón –talado o derribado por un rayo, algunos de ellos con una antigüedad de más de 500 años- Pero si rascamos la corteza encontramos una capa verde de clorofila… por lo que no está muerto. ¿Cómo se ha mantenido vivo tanto tiempo, sin hojas y por tanto sin fotosíntesis o azúcares?

Cascada del Pla d'Hortals en Otoño

La respuesta es que obtuvo protección de los árboles vecinos mediante las raíces de los mismos, el cuál como hemos visto actúa como cerebro y vehículo de intercambio de nutrientes. ¿Entonces la pregunta es porque lo hacen? Por la misma que los animales gregarios: juntos funcionan mejor. Un árbol por sí solo no es capaz de preservar un clima idóneo –a pesar de los condicionantes citados anteriormente- quedando expuesto a las inclemencias del tiempo; sin embargo, juntos crean preservan el ecosistema idóneo, que almacena la humedad y el agua suficiente para todos. Así, cada árbol es importante para la comunidad y se mantiene tanto tiempo como sea posible, aunque este enfermo. Se protege a los mismos, preocupándose de sus congéneres -en especial las gruesas hayas que recuerdan a las cabezas de una manada de bueyes o caballos- ayudando a los miembros enfermos y débiles e incluso parece que les cueste dejar atrás a los árboles ya fallecidos. Lo indico como observación, porque parece observarse un sentimiento de afinidad entre dos ejemplares –uno al lado del otro- de la misma edad, donde las ramas se extienden a lo ancho hasta que topan con l punta de las ramas de su vecino de altura similar. Entonces deja de extenderse para no quitarle la zona de aire y de luz; en cambio el mismo ejemplar y en relación a otro árbol vecino no tiene esa disposición, extendiéndose vigorosamente, y mucho más si este árbol pertenece a otra especie. Es tan curioso que, en el mismo caso expuesto, he podido observar la existencia de “árboles emparejados” que al fallecer uno de ellos –abatido por un rayo o talado- el otro no tarda en seguirle en un breve tiempo, por causas “naturales”.

Como veis las historias y leyendas de seres de la Naturaleza –Dríadas, Duendes, Ondinas, etc…- asociados con los árboles tienen un poso de realidad palpable en nuestro cotidiano. Aprender de ello nos permite desarrollar la observación y el poder captar las emociones del entorno, paso seguro para adentrarnos en otros planos vinculados con la misma Naturaleza.

Tosca de Degollats

 

Categorías Mundo Mágico

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