La meditación es una de las técnicas de relajación que más se ha extendido en Occidente desde la década de los 60 del pasado siglo…. Cada vez más personas la practican y podemos decir que actualmente está muy arraigada en nuestra sociedad occidental, dado que no solo se utiliza en espacios alternativos y de filosofías orientales, sino también en gimnasios, aulas e incluso centros penitenciarios.
Dentro de los tipos de meditación más extendidos y con una fuerte vinculación con filosofías, enseñanzas o interpretaciones de las mismas, encontramos una buena dosis de prácticas orientales que incluyen el mantenerse sentado concentrado en la respiración, el repetir una determinada nota o sonido –mantra- a fin de ayudar a alcanzar un estado alterado de conciencia y/o serenidad o visualizaciones de imágenes…
Sin embargo y a pesar de sus múltiples beneficios y de lo mucho que se ha escrito sobre la misma cabe destacar que, en un número determinado de personas, no solo no es apta sino que puede incluso llegar a ser perjudicial. Ello es debido principalmente a dos factores genéricos: por un lado porque las técnicas y las filosofías que se imparten relacionadas con la meditación, o bien como técnica metodológica para acceder a las enseñanzas de determinadas filosofías, se basan en técnicas orientales, las cuales no fueron concedidas inicialmente como métodos para reducir el estrés y conseguir relajación –esencialmente son instrumentos espirituales para “limpiar” la mente de impurezas y conseguir la denominada “iluminación”- sino como técnicas destinadas a monje/as. De hecho, el propio Dalai Lama dijo que las propias formas orientales deben utilizarse con cuidado dado que” los propios occidentales que llevan a cabo con demasiada rapidez una meditación profunda, deben aprender más acerca de las tradiciones orientales y formarse mejor de lo que suelen hacerlo “ Si a todo ello le añadimos la utilización que hacen de esas técnicas algunas personas embutidas como maestros –que hacen de todo por lucrarse, menos la función de ser maestro, es decir vigilar a sus estudiantes y enseñarles a evitar o afrontar las dificultades- el resultado puede ser realmente explosivo. El otro factor genérico es debido al propio carácter humano, es decir que cada persona es diferente y reacciona a los estímulos de forma distinta. Si además añadimos la fragilidad y sensibilidad emocional y posibles antecedentes de trastornos mentales o emocionales, puede que más que conseguir un estado de serenidad consigamos precisamente lo contrario y la experimentación de sensaciones negativas, tales como miedo, ansiedad, paranoia e incluso alucinaciones auditivas o visuales…
¿Pero entonces…ello significa que la meditación está vetada para infinidad de personas o que solo unos elegidos pueden optar a los beneficios de la misma? En absoluto puesto que aparte de las técnicas orientales -muy respetables en su contexto y medida- también en el occidente precristiano, cristiano y musulmán de los primeros siglos de nuestra era, desarrollo diversas técnicas dirigidas tanto a religiosos, como a las personas en general, sin ser la filosofía Ecland una excepción en la utilización de dichas técnicas. La gran diferencia está en el concepto de la época que se crearon y que por los indicios que nos han llegado del pasado, parece ser que estaba muy diferenciado la utilización de las mismas técnicas con carácter religioso & místico, de las técnicas dirigidas a equilibrar estados de angustia y de perturbación de las personas en general. La base estaba en que el mundo de entonces no era tan caótico, lleno de actividad, prisas y movimiento como el que vivimos actualmente, por lo que la gente aprendía, sabía y se daba tiempo para estar sola con sus pensamientos, cualidades y defectos y luces y sombras…. Es decir, aprendían a conocerse realmente, por lo que los recuerdos no superados, las emociones y sensaciones ocultas no emergían como un torbellino de angustias y bloqueos emocionales…
De entre las técnicas que nos han llegado, he escogido las dos siguientes precisamente por lo inocuo de las mismas y por el hecho de poder realizarse en cualquier lugar –aunque recomiendo en plena Naturaleza- que además, aparte de darle un objetivo práctico y acorde con los tiempos que nos han tocado vivir, nos sumerge en recuerdos de nuestra infancia de carácter inofensivo –por ejemplo cuando observamos cualquier elemento de la Naturaleza con quietud, como el camino de las hormigas al hormiguero o jugábamos con las nubes- y lo principal… con el momento de quietud y no tiempo, que todos hemos tenido en nuestra infancia. Simplemente se trata de dejar fluir y si no nos sale, no obsesionarnos y a por otra cosa y hasta la próxima. Lo bueno de las misma es que no necesitamos ningún maestro o gurú, más que a nosotros mismos y en todo caso, la propia Naturaleza.
Establecer objetivos.
Esta técnica habitualmente se hace entre el Solsticio de Invierno y principios de año –en función de la Luna en cuarto creciente- y consiste en ir a un lugar que nos sintamos relajados y tranquilos y programar los nuevos proyectos, actividades creativas y las iniciativas que queramos tener a lo largo del año. Simplemente se trata en pensar en ellas, en el lugar idóneo para nosotros e imaginar y proyectar como las realizaremos, evitando pensar en dificultades añadidas y en pensamientos negativos –resumiendo intentar no ser unos “cenizos”- Podemos hacerlo con los ojos cerrados o abiertos, lo que queramos o nos haga sentir más cómodo, dado que el objetivo es estar con nosotros mismos y al tiempo que proyectamos una visión de autorrealización. A su vez estamos valorando la viabilidad de la misma y nos estamos encontrando con nosotros mismos. Igualmente, el tiempo que emplearemos lo decidimos nosotros mismos, aunque sugiero no pensar en el mismo y dejar que la técnica fluya libremente, retirándonos cuando empecemos a sentirnos incómodos o nos cansemos. Esta técnica no es necesaria realizarla exclusivamente en el período indicado, ya que este es meramente informativo de cuando se realizaba en la tradición Ecland – que se extendía desde Shamain, en el caso de proyecciones relativas a aspectos de investigación o búsquedas espirituales-

La meditación del agua.

como una gota de agua…
Tradicionalmente solía hacerse al término del verano e inicio del otoño, coincidiendo con el calendario natural y el calendario céltico –el final de los meses de luz- si bien es realizable en cualquier época del año y en función de nuestro estado emocional. Se trata en situarnos en la orilla de un arroyo o río y experimentar con el mismo mientras dejamos la mente en blanco: demos unos pasos dentro de la corriente y experimentemos como nos sostiene suavemente y nos masajea la piel. Sentémonos en una roca o lugar que nos haga sentir como en casa y oyendo el murmullo de la corriente de agua, imaginemos como nos hundimos en la corriente y nos dejamos que nos lleve hacia el mar. Sintamos el momento en que el río llega al mar, produciéndose oleaje y posteriormente una calma, descendiendo la misma sobre nosotr@s mientras flotamos… Otra opción consiste simplemente dejarnos llevar por el sonido del agua y la tranquilidad del momento y lugar, cerrando los ojos y dejando la mente en blanco, para que nuestros pensamientos o imágenes fluyan libremente en el momento que alcancemos un estado de tranquilidad y relajación. Luego simplemente volvamos a nuestra realidad en cuando abramos los ojos y demos por finalizada la experiencia. Como cada persona es un mundo y su transcendental lo vive a su manera, recomiendo comer alguna cosa después ya que en muchas ocasiones nos podemos sentir pletóricos, pero también con una cierta fatiga por lo que no está de más recuperar energías. Igualmente, y eso lo dejo a título personal, creo que es de agradecer que la Naturaleza nos regale ocasiones que nos permita interiorizar y sentirnos como uno más en el orden natural, por lo que siempre lo agradezco mentalmente e incluso con una pequeña ofrenda personal.
