Este tema es muy controvertido y nada fácil de abordarlo… ni tan solo desde la óptica de la visión Ecland, que paradójicamente contiene unas enseñanzas más propias de un futuro científico posible, que no de un pasado ancestral. Es difícil, porque tod@s nos hemos tenido que enfrentar a la pérdida de seres queridos, –humanos o no- o por desgracia vivir situaciones en que los conceptos de vida y muerte se diluían cotidianamente en un mismo espacio y tiempo. Es difícil plantearlo, porque yo mismo no estoy completamente seguro de lo que plantearé en las siguientes páginas, ya que como persona humana, tengo mis propias emociones y mi propio esquema de valores, el cuál puede ser erróneo o no. Es difícil también porque planteo una opción, que probablemente sea una posible hipótesis de un futuro alternativo a nuestra humanidad, con lo cual tampoco dispongo de pruebas o soportes empíricos que puedan fundamentarlo como un hecho contrastado, –a pesar de ello, creo que he de plasmarlo porque puede ayudar a muchas personas, tanto en el acompañamiento de dichos momentos difíciles, como en el tránsito a saber qué mundo…-
En la actualidad la idea de la Tierra como ser vivo está enraizando cada vez más en diferentes visiones y filosofías, -incluido en gran parte de la comunidad científica- tal como hemos visto en otras entradas de esta web… La idea de la Tierra viva ha arraigado en Occidente mediante varias vías bastante recientes. Una de ellas la tenemos en las obras del profesor James Lovelock y Lyynn Margulis, -que detallan la observación científica de que la Tierra se comporta como un organismo vivo- impulsando a revisar nuestra visión del mundo desde un nivel no tan cerebral y más directo; es decir, la visión de la misma desde el espacio exterior. Por otro lado, cada vez somos más conscientes -gracias a los medios de comunicación actuales, nuestra corteza cerebral electrónica- de que tenemos un grave problema ecológico en las manos, y de que aquel ser delicado que vimos flotando en el espacio puede convertirse en un lugar inhabitable para nosotros, si seguimos con nuestras actitudes socio culturales. Por último, se ha producido un crecimiento de la percepción antropológica y general de las actitudes de los pueblos tradicionales, del pasado y de nuestro presente, los cuales consideran la Tierra como un ser vivo, ya expresado en nuestra prehistoria mediante las imágenes de las diosas madre.

Esta conciencia “de la diosa madre” ha aumentado la sensación de que es necesario dar una mayor prominencia al elemento y pensamiento femenino en nuestra cultura, volviendo entre otras cosas a tener conciencia de que la Tierra, vive… a lo cual nos lleva a una pregunta que encadena muchos conceptos comentados en entradas anteriores… si la Tierra es un ser vivo, ¿también tiene consciencia y sensibilidad?
Como hemos visto desde la física cuántica tenemos una visión de la consciencia basada en elementos físicos – la teoría ondulatoria- y desde la ciencia de nuestra cultura lo definimos como el resultado de las complejas interacciones entre las células del cerebro, existiendo mientras que las redes neuronales reluzcan a causa de las transacciones de energía. No obstante, ello no resuelve si la consciencia es una creación de nuestro cerebro o, que el mismo interactúa con alguna energía atemporal y desconocida que está en todas partes y a la vez en ninguna. De hecho, ambas interpretaciones podrían ser posibles en el contexto de que, como fenómeno de la actividad cerebral, es la visión sistémica perfecta. La consciencia físicamente, es el incremento extra producido por las descripciones interminables de la corteza cerebral, motivada por la actividad neuronal, siendo el medio que permite que se manifesté. No obstante, al igual que en un televisor, los circuitos hacen que produzcan la imagen en la pantalla, el programa se produce en otro sitio distante y se transmite mediante otra fuente…
Debido a ello, se concibe la conciencia como un medio no centrado en nuestro cerebro. Es decir, el cerebro lo que hace es tratar la información y ese mismo tratamiento nos da la dimensión humana de la conciencia, es decir como campo no físico y atemporal, manifestándose en niveles diferentes según su complejidad y la naturaleza de la estructura que actúa con ella. Por todo ello no quedaría restringida al cerebro humano, sino que puede estar presente en toda la materia -tal como aprecia la física cuántica en que toda la materia se disuelve en campos de energía, los cuales se disuelven en los campos y/o océanos cuánticos- Como argumento para sustentarlo podemos citar el ch’i de los geománticos chinos y el resto de nombres que se le ha dado a lo largo de nuestra historia… Podemos citar a George Willian Russell que con sus estudios de la química corporal natural, pudo cambiar el nivel de frecuencia de su conciencia, lo cual le permitió ahondar en el campo de la denominada conciencia de la Tierra – que denomina «Espíritu de la Tierra«, volveremos a hablar de ello más tarde- De hecho los chamanes y videntes de las culturas a lo largo de la historia han hecho lo mismo.

Si la conciencia de un/a individuo/a realmente se introduce en su entorno físico, entonces hay que considerar seriamente el modelo de campo de conciencia, siendo la propiedad principal de la existencia y, entretejida en el mundo de los fenómenos, teniendo la estructura a un nivel terrestre la del tamaño de nuestro planeta. ¿Entonces, puede nuestra conciencia formar parte y residir en otro punto, diferente al planeta? O, dicho de otro modo, ¿nuestra alma forma parte de otro mundo diferente al mundo material que conocemos?
Sabemos que nuestro Universo se rige por unas leyes y mecánicas específicas, las cuales son diferentes a la teoría de los Multiversos que ha demostrado la física cuántica. De hecho, mediante la formulación de la teoría de los campos cuánticos, vemos que nuestro cerebro intercambia información en una red de Multiversos y a un nivel del subconsciente; el cual está conectado con dichos campos cuánticos –al igual que la gravedad o la materia oscura- y, por tanto, como entrelazado de las partículas cuánticas, rompe las barreras del tiempo y del espacio. Conclusión: la consciencia no es exclusiva de nuestro cerebro, sino del propio Universo, como si esta se tratara de una matriz holográfica. Todo ello viene avalado por la existencia en nuestro Universo del denominado “Spin”, el cuál es una propiedad física de las partículas elementales por la que tienen un momento angular intrínseco de valor fijo, además de una carga eléctrica. Es un fenómeno exclusivamente cuántico y no de la mecánica clásica universal –basada en que el momento angular se asocía a la rotación de un objeto extenso- dado que no se puede relacionar de forma directa con la rotación de nuestro espacio. Sabemos que en nuestro Universo se ensancha exponencialmente a la misma expansión del Universo, pero sin representación en términos de coordenadas espaciales y en un movimiento hacia arriba o hacia abajo. Sin embargo, parece ser que, en los límites de nuestro Universo observable y mesurable, el Spin cambia de orientación y se expande en sentido reticular y en espiral, por lo que se deduce que es alterado por otro Universo paralelo y probablemente marque la confluencia de dos Universos, al igual que en las zonas donde se cruzan dos ecosistemas naturales.

Extrapolándolo en los seres vivos, al nacer recibimos información que estamos procesando a lo largo de nuestra vida y que podemos resumir como “tiempo” –de acuerdo a nuestros parámetros de espacio & tiempo, en gran medida mesurables en nuestro Universo, mediante el ciclo vital de los seres vivos o de la existencia de planetas y estrellas- El resultado de dicha ecuación sería una constante en el tiempo.
Pero además recientes estudios han demostrado la existencia de una especie de Spin en nuestro cerebro, vinculado con cambios de densidad y que curiosamente reproduce exactamente la misma mecánica citada anteriormente. Si hasta ahora se creía que la liberación de nonadrenalina –hormona del estrés- en la fase final de la vida, producía fenómenos como ver todo en blanco –falta de riego sanguíneo- o el “efecto túnel” de los fallecidos clínicamente, ahora se demuestra que en realidad al producirse estos últimos instantes, el cerebro todavía no ha fallecido –sigue habiendo un mínimo de actividad cerebral– lo que significa de acuerdo al Spin cerebral, que TODAVÍA HAY CONCIENCIA EN EL INDIVIDUO/A, AJENA AL CUERPO FÍSICO. Otra prueba nos la pueda aportar la descripción de objetos físicos y conversaciones escuchadas por pacientes sin actividad cerebral, que por mecanismos desconocidos han vuelto a nuestra realidad cotidiana.

El Universo es un continuo intercambio de materia y energía en transformación, lo que demuestra que nuestra consciencia regresa a una parte de dicho Universo o más bien, a un Universo paralelo que interactúa con el nuestro de forma directa, transformándose y manifestándose en dicho Universo.

Con dichos Multiversos, hay realidades como la nuestra basada en el parámetro del espacio y tiempo y otras realidades paralelas, coexistiendo a escasos milímetros del nuestro. De hecho, la gravedad es una prueba tangible de la existencia de esos Multiversos y también de un Universo paralelo conectado al nuestro, el cual comparte nuestra conciencia y nuestros rasgos de personalidad extracorpórea que nos definen y nos definirán en este ciclo atemporal. Olvidemos de la existencia de fantasmas, ya que no pueden existir en nuestro modelo energético del Universo, no así las emociones y lo sentimientos que son una forma eficaz de comunicación primaria, a través de las fluctuaciones del espacio y tiempo de nuestro Universo –Portales- En definitiva, nuestros seres queridos están en otro Universo, muy cerca del nuestro y si recordamos como vivieron y lo que nos aportaron, creamos esa fluctuación que permite esa comunicación entre dos mundos, de forma muy elemental.
Este artículo está dedicado a nuestro vecino “Juli” fallecido hace un año justo, a la Señora Amparo Gamallo Cabada, fallecida hoy día 2 de Diciembre del 2020 en su 83 aniversario y a Carme Martinez Roca, como deseo y esperanza que la pérdida de un ser querido próximo le ayude a recordar cómo vivió y como contribuyo a ser lo que ella es.
Igualmente, mi más sincero deseo que la Sra. Gamallo realice su tránsito sin dolor, ni preocupación y con el orgullo de haber criado y levantado dos hijas, en una época muy convulsa que caracterizo gran parte del siglo XX , con su esfuerzo y muchísimo trabajo, habiéndose enfrentado prácticamente sola a todo un sistema patriarcal, en aras del bienestar de sus hijas.
… y a ti Juli, espero que estés totalmente tranquilo y que veas mediante las emociones de los que te conocimos, que aportaste una huella humana que aunque no levanten monumentos, has dejado un recuerdo muy grato en esta generación y en futuras generaciones de vecin@s
A todos ellos, que los Dioses os acojan en sus fértiles campos del verano eterno.
