Desde los albores de la humanidad y dentro del legendario que ha caracterizado la civilización grecolatina –que al margen de otras aportaciones culturales de otras civilizaciones, es el substrato principal que ha conformado nuestra civilización occidental actual- encontramos que si hay un mito que nos atrae y nos resuena en nuestra más profunda psique, es el mito de la Atlántida y su civilización… como recuerdo de una edad de oro en donde la justicia, la igualdad, la abundancia, la benevolencia y la tranquilidad imperaba en los humanos. De hecho, el legendario marca un antes y un después en la humanidad con su destrucción, indicando prácticamente todas las leyendas, la ruptura de un equilibrio en la humanidad, el cual todavía se mantiene
Se han escrito más de 500.000 publicaciones sobre la Atlántida, remontándose el saber de la misma a los sacerdotes egipcios del templo de Sais, los cuales transmitieron al anciano Solón algunos escritos para un poema que lego a su amigo Dropides, antepasado de Cricias “el Joven”, el cuál Platón al mencionar el relato de la Atlántida –que es el que nos ha llegado a nosotr@s, lo pone en boca de dicho personaje; a raíz de la continuación de los diálogos del Pireo –certamen literario, de tertulia y discusión, celebrada en esa ciudad y con una importancia casi igual a los Juegos Olímpicos para los griegos de la Grecia Clásica- en la festividad de la diosa Tracia Bendis. Las crónicas históricas nos han legado que en dicho certamen participaron Socrates, Adeimantos, Timayo, Glauco, Hermocrito y Critias, en donde se le apodo “el joven”-
Se menciona en aquellos diálogos, el imperio o reino de la Atlántida como una tierra extensa situada delante de las columnas de Hércules –Gibraltar-; pero se mezclan multitud de hechos épicos correspondientes a diversas épocas de la historia y protohistoria, con una gran variación de siglos o milenios, entre uno y otro hecho. Especialmente gran parte de dichos hechos corresponden más directamente a la propia historia de los Griegos Clásicos y sus predecesores –Aqueos, Dorios, Minoicos, etc…- Con posterioridad y a lo largo de la historia, diversas especulaciones –avaladas en ocasiones en indicios arqueológicos y antropológicos a tener en cuenta- se le ha ubicado en el Mar del Norte, la isla Santorini, el Sahara o el mar Caribe entre las diversas opciones de ubicación; no obstante partiendo desde un patrón de carácter mitológico, el cuál y a igual que en el descubrimiento de Troya por Heinrich Schliemann, no ha tenido en cuenta diversos eventos de diversa índole –geológicos, climatológicos, sociales, antropológicos, etc…- y su correlación dentro de un estadio cultural determinado de nuestra civilización… o de las civilizaciones que nos han precedido….
A raíz de ello, nos aparece las siguientes preguntas…
¿Existió la Atlántida?
¿Dónde estaba?
¿Cuándo existió?
Si existió, ¿porque se nos ha ocultado?
¿Se le atribuye una edad de oro real y un estadio tecnológico más avanzado que nuestra actual civilización?
Antes que nada, me imagino que os preguntareis que tiene que ver la filosofía y el, mundo Ecland con todo esto…. Y la respuesta es absolutamente nada, salvo que precisamente sus enseñanzas contienen un punto de partida que nos puede ser muy interesante; veamos porque…
Los nombres y los hechos cambian con el tiempo y las culturas humanas… de la misma forma que las leyendas más antiguas son asimiladas a leyendas más actuales, que a su vez responden a las necesidades de un nuevo pueblo o cultura y su cosmología particular. Todo ello se genera con el contacto de otras culturas –por ejemplo, invasor e invadido- provocando un estadio de angustia… Así de la fuerza del odio, el miedo, la esperanza, el prevalecer, el amor, etc… surgen formas, reinos, héroes y heroínas que responden y actualizan determinados hechos o recuerdos, en respuesta de las necesidades de la nueva civilización o cultura imperante en el tiempo presente. Sin embargo, siempre queda un poco del recuerdo ancestral, el cual se basa de un hecho o una sucesión de hechos acaecidos en un pasado remoto y que, guardan ese recuerdo ancestral junto con las claves para descifrar sus mensajes.

Conclusión: la misma forma del mito –por ejemplo la historia del ancestro en que se basó el personaje de Robín Hood, de Walter Scott- se forma por una necesidad determinada –la resistencia del pueblo Sajón o Saxen, al invasor Normando- y a su vez no deja de ser una actualización de un personaje anterior –un símbolo de la resistencia Britona a los invasores Sajones y anteriormente un símbolo de diversas tribus célticas ante el invasor Romano- De la misma forma, el mito de la Atlántida responde a este mismo criterio, donde recuerdos más antiguos y la similitud de diversos hechos –distantes en el espacio y tiempo, pero con idéntico resultado que el ejemplo expuesto- crea un solo mito, fusionando todos los recuerdos anteriores. En definitiva, no ha habido una Atlántida, sino varias y en diversas épocas de la humanidad… tanto en épocas históricas, como en épocas que pertenecen a aquella historia pérdida y olvidada de la humanidad.
En los sucesivos artículos, intentaré hacer un acercamiento al mito para ver aquellos indicios de su existencia real, desde la visión Ecland de ver, sentir y experimentar.
Una última cosa… Si partimos por citar un ejemplo de la toponimia y su cambio con el paso del tiempo y de las civilizaciones, vamos retrocediendo a estadios cada vez más primitivos y al recuerdo ancestral de la última glaciación… pero a su vez en el recuerdo de aquella época o anterior –ya que la lejanía desdibuja dichas épocas- menciona a seres con poder, poder para cambiar climas y con unas voces que resonaban en las estrellas; seres que se les define con las palabras para definir sonidos atronadores, que viajaban por los cielos y las estrellas y que a su vez definían sonidos determinados para identificarlos –anteriores al lenguaje propiamente dicho- que a su vez suenan igual que al sonido para definir ciencia…. Da que pensar, ¿no?
