El relato tradicional cita la ubicación de la Atlántida “más allá de las columnas de Hércules”. Es decir, más allá del estrecho de Gibraltar… ahora bien, ¿qué indicios podrían confirmar las ubicaciones en dicha área geográfica y dentro del contexto que nos ocupa? Veámoslo…
Antes que nada y a fin de identificar las posibles ubicaciones –previas a una división dentro del contexto histórico y protohistórico- hay que tener presente que no estamos hablando exclusivamente de una civilización con la denominación de la Atlántida, sino de varias civilizaciones, con una separación entre las mismas dentro de un contexto histórico y en ocasiones, con una superposición de diversas civilizaciones en un mismo espacio geográfico, sin que por ello signifique que una civilización determinada es heredera de la que anteriormente ocupaba el mismo espacio geográfico. De hecho, en algunas ocasiones no disponemos casi de indicios materiales que permitan a ciencia cierta, reconstruir dicha civilización de una forma fiable y, por tanto, estando dentro de una hipótesis determinada. Por este motivo el viaje que vamos a emprender es mediante un retroceso geológico e histórico, –como si viajásemos en una máquina del tiempo- Para ello escogemos como punto de partida, el área comprendida entre las actuales marismas del Guadalquivir y la bahía de Huelva, a partir de la época romana, para ir retrocediendo en el tiempo y a su vez ampliar el área a aquellas islas cercanas al estrecho de Gibraltar y a la costa sur portuguesa y atlántica española, las cuales hoy se encuentran bajo el nivel del mar.

El Lacus Ligustinus
Con esa denominación se menciona la ensenada marítima que estuvo en la desembocadura del Guadalquivir al desembocar en el océano Atlántico, justo en el espacio objeto de nuestro estudio. El término aparece por primera vez en la obra de Rufo Festo Avieno, Ora maritima, escrita en el siglo IV AP o a. C. Se concibe tradicionalmente con la misma realidad geográfica que el sinus tartesii, un golfo en proceso de reducción con esteros laterales navegables dependiendo de las mareas.
En época romana se menciona por Pomponio Mela -s. i d. C.- nacido en Tingentera -la actual Algeciras-, escribió en los años 43-44 AP o a. C.:
“El Baetis, que surge de la región Tarraconensis, atraviesa durante largo trecho casi por la mitad de la Baetica, fluyendo desde que nace por un solo lecho, más a poca distancia del mar, forma un gran lago, del que sale, como de una fuente, dividido en dos brazos, cada uno de los cuales es tan considerable como antes de su división.”
El lago -lacus en latín- tuvo una notable influencia a la hora de establecer núcleos poblacionales en época romana, debido a la fertilidad de la franja que va del suroeste al noreste, existiendo un alto grado de ocupación. Alrededor del lacus encontramos los siguientes enclaves: Cerro del Trigo, Turris Caepionis, Lux Dubia, Aipora/Ebora, Conobaria, Hasta o Asta Regia, Nabrissa, Gelduba, Burdoga, Saudo, Cappa, Carissa, Vigia, Siaro, Salpensa, Callet, Burdoga, Calduba, Iptuci, Lucurgentum, Basilippo, Irippo, Orippo, Spal, Caura, Osset, Tema, Italica, Maenuba, Olontigi, Caelia, Ilipla y Onuba.
No obstante, al parecer este lago fue producto de un cataclismo geológico que provoco la inundación y creación del mismo, siendo en época romana un vestigio de lo que había sido, el cual, aunque navegable, se encontraba en proceso de desecación y transformación de las actuales marismas del Guadalquivir. Al parecer su punto álgido –que abarcaba una notable extensión, no solo en la desembocadura del Guadalquivir, sino que llegaba hasta el llano de Sevilla, con sus rebordes cerca de las poblaciones de Aljarafe y los Alcores- se dio en el período comprendido entre el denominado “Máximo Transgresivo Flandriense” -ca 6000 AP o 6000 a.C- y el 2000 AP o a.C…. y que evento geológico coincide con dicha fecha?
Así tenemos que la formación de un lacus de agua dulce en tiempos de Tartessos -s. X-VI AP o a. C.- era algo improbable, debido a que se trataba de una zona inundada por el mar, a pesar que en época de Argantonio podría darse las condiciones para una formación lacustre en la planicie sevillana. El “lacus” debió formarse debido a una gran inundación que se extendió por encima de la desembocadura del Guadalquivir en un periodo más tardío al periplo en que se basa Avieno en su Oda Marítima –la cual recoge muchos periplos -algunos de épocas muy anteriores al propio Avieno- pues en dicha época se habría producido un mayor proceso de colmatación.

Los cambios geológicos de la zona
Un aspecto geológico que nos da la clave para ello es el evento producido en el entorno al año 2500 o 3000 a. C, justo en el momento en que el nivel del mar alcanzaba su máximo en la actual bahía de Huelva. Existen evidencias de la llegada a esta costa de un enorme tsunami, motivado probablemente por un desplome en la Isla de la Palma –Erupción del Cumbre Nueva- que debió destruir los asentamientos costeros. En las capas de tsunami encontradas en el interior de la ría del Tinto han aparecido escorias de fundición de cobre, -lo que demuestra que existían labores de fundición de metales en estos asentamientos costeros, ya en aquella época, con grado de civilización más avanzado que el resto de os asentamientos de la Europa y Mediterráneo Occidental y sin aparentemente, relación con las culturas del creciente fértil-
A partir de estas pruebas se ha constatado que, en los últimos 4.000 años la cuenca del Guadalquivir ha sido escenario de al menos cuatro tsunamis de importancia: el primero, en torno al año 2000 AP o a C, el segundo en el 1500 AP o a C, el tercero en el año 1250 AP o a C y el cuarto en el 550 AP o a C. A lo largo de este periodo el estuario sufrió varios procesos de subsidencia, -es decir el hundimiento progresivo de los sedimentos- que, a su vez, provocó la inundación de la zona. En esta fase, el estuario estaba más abierto al mar y, por tanto, más sometido a los procesos marinos. Sin embargo, tras el paso del tercer tsunami, la antigua cuenca empieza a transformarse en un espacio más cerrado al mar, debido al crecimiento de las barreras de arena que rodean al estuario. Los restos fósiles analizados por los investigadores atestiguan esta época de cambio -hay una disminución del número de especies marinas y aumentan las variedades de microfauna y macrofauna propias de la actual área protegida.
Sabemos también que el nivel del mar comenzó a subir cuando empezaron a derretirse los polos tras la última glaciación -12000 años AP o a. C- y estuvo subiendo durante unos 7500 años. Actualmente, se estima que hace unos 6000 años se encontraba unos 5 metros por debajo del nivel actual. Fue entonces cuando comenzó la actividad económica en esta zona, fundamentalmente basada en la metalurgia del cobre. La última subida del nivel del mar, para llegar a su posición actual, fue hace unos 4500 años y significó la inundación de todas las riberas de la ría de Huelva, para dejarla convertida en una especie de golfo interior sin marismas que es como hemos dicho, se encontraba durante el periodo tartésico. A partir de ahí la sedimentación hizo su trabajo, de tal forma que en el periodo romano ya este estuario se presentaba como una zona palustre que quedaba emergida en marea baja. Fue entonces cuando el oleaje construyó nuestras playas y barreras arenosas como Punta Umbría, Punta Arenillas o Isla Saltés, que cerraron parcialmente el estuario.
Resumiendo: todos estos tsunamis y variaciones de la línea de costa del litoral marino, llevaron a convertir Doñana y la cuenca del Guadalquivir en un lago costero –tipo Albufera de Valencia- y después en una marisma. Con el paso del tiempo el lago se fue colmatando, es decir se fue rellenando con sedimentos de materiales transportados por el agua, hasta que se formaron las marismas de hoy día. Debajo de la marisma actual, hay formaciones arenosas de dunas arrastradas por el viento, que están a 10 metros de profundidad, soterradas por los sedimentos más recientes, por lo que encontrar indicios materiales arqueológicos sería muy costoso con la tecnología actual. De forma idéntica, dichos cambios también afectaron a la actual bahía de Huelva, convirtiendo una ría o estuario en la actual bahía y las actuales playas con sus extensos arenales. De hecho, podemos afirmar con absoluta certeza de que en Doñana no es posible hallar vestigios arqueológicos más antiguos que la época romana porque están hundidos bajo metros y metros de sedimentos. Lo encontrado anteriormente es debido a que los restos han sido arrastrados con posterioridad hacia el interior del antiguo estuario

A todo ello y teniendo en cuenta los cambios geológicos… ¿tenemos algún indicio histórico o arqueológico que dichas tierras fueron ocupadas por alguna civilización que respondería al recuerdo ancestral de una gran civilización avanzada, rica y con un orden social comparado a otros pueblos de la antigüedad? La respuesta es sí…. La civilización Tartésica o Tartessos.
Tartessos o Tarsis
Es el nombre por el que los griegos conocían a la que creyeron primera civilización de Occidente. Dicha civilización, del Bronce final, se desarrolló en el triángulo formado por las actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz en la costa suroeste de la península ibérica, así como en Badajoz. Al parecer su eje principal era el río Tartessos, al que los romanos llamaron luego Betis y los árabes “al-wādi al-kabīr”, que evoluciono hacia el actual nombre de Guadalquivir. No obstante, su capital o ciudad madre –referenciada en infinidad de textos de la antigüedad, incluso en la Biblia- con el nombre de “Tarsis”, jamás se ha localizado, situándose según el autor o investigador, en la confluencia de las bocas del Odiel con el Tinto -ría de Huelva-, entorno al río Barbate o en las marismas del Guadalquivir –que es el relleno del lago que nos ocupa, después de haber pasado diversas fases, entre ellas de ser una albufera como paso previo-
Sobre el origen de dicha civilización, se ha escrito mucho y todavía no existe nada claro. Entre las teorías principales de su origen encontramos:
- Según algunas investigaciones recientes, esta cultura se formó a partir de la evolución de las poblaciones locales herederas del Bronce del suroeste peninsular, evolución que llegó a su clímax cuando comenzaron a relacionarse con las factorías fenicias del litoral.
- Otra teoría indica que la cultura tartesia sería el resultado exclusivo de la aculturación de los indígenas por parte de los fenicios. Esta teoría se apoya en las cronologías de colonización y en los restos arqueológicos, como cerámicas bruñidas con decoración de retícula, piezas de barniz rojo y las representaciones religiosas, que claramente hacen referencias a dioses orientales, como Astarté, Baal o Melkart.
- Finalmente, existe la teoría que nos hace retroceder a que esta civilización es heredera de una o varias anteriores, debido principalmente a su avanzada organización social, urbanística, comercial y minera –con la explotación de la minería en Río Tinto y especialmente en la obtención de Cobre, Plata y Oro. Todo ello viene avalado por el hecho de su avanzada orfebrería, con diseños exclusivos –lo que indica pocas influencias externas y una fuerte cohesión social- la existencia de dos culturas anteriores en Andalucía, una de ellas en el Bronce Inicial –cultura del Argar- y otra, antecesora de la anterior, en el Calcolitico –cultura de los Millares- con una avanzada organización urbanística y defensiva de sus enclaves, muy anterior a los viajes por el Mediterráneo de navegantes fenicios y griegos, además de que el resto de poblaciones indígenas de la Península o Norte de la actual Marruecos, estaban en un estadio mucho más atrasado -en el Neolítico propiamente dicho- con poblaciones rurales pequeñas y dispersas, sino ocupando todavía cuevas.
Después de haber pasado diferentes etapas en orientalizantes –fruto del contacto e influencia de navegantes fenicios y posteriormente griegos y cartagineses, dicha civilización desaparece bruscamente en después de la muerte del mítico rey Argantorio y tras la batalla de Alalia -535 AP o a. C. Aunque se especula que fue colonizada y barrida por Cartago, favoreciendo a su antecesora, la próxima colonia de Gadir –la actual Cádiz- lo cierto que es al margen de privar de sus aliados y socios comerciales –los griegos focenses- , la caída de su capital debió de marcar un hundimiento de toda su economía y todo el imperio que se había creado desde el 1200 AP o a.C hasta el 535 AP o a.C, lo que en probablemente ocupo un hecho traumático en el inconsciente humano de los habitantes de aquellos territorios, que debió de transmitirse a lo largo de las generaciones como un hecho traumático y un recuerdo de una época mejor, con un orden social y una protección, por lo que en algún momento esta parte debió de integrarse dentro del recuerdo de la Atlántida. Los centros de poder existentes tras la caída del imperio de Tartessos –principalmente Carmona o Cástulo- se independizaron y desarrollaron su propia cultura, dando pie a los pueblos Turdetanos y Túrdulos –ya dentro de la historia de los pueblos iberos del Sur Penínsular- A todo ello hay que añadir que hay suficientes indicios geológicos, que dan una posible vinculación con la desaparición de Tartessos en el 550 AP o a.C. por un tsunami que al parecer tuvo lugar aquel año, motivado por un terremoto de gran intensidad al que siguió dicho tsunami. Existen fuertes indicios arqueológicos en las excavaciones de un Santuario y un horno de fundición situados entre las actuales calles de Huelva de Mora Claros, Concepción, Palacio, Pérez Carasa y Berdigón -la línea de costa de aquella época según la estratigrafía, siendo el estuario del Tinto & Odiel era mucho más amplio, prácticamente una bahía y directamente comunicada con el mar, por lo que los efectos del tsunami tuvieron que ser muy superiores a los del terremoto de Lisboa de 1755– En las cerámicas que ocupaban los dos niveles del Santuario, aparecían cimentaciones de sendimentos marinos y montones de conchas, junto con el detalle el abandono precipitado de un horno de fundición cuyo metal, -cobre en este caso- no había solidificado en su debido tiempo, y además se había enfriado instantáneamente -por lo que no pudo ser aprovechado a posteriori-

Siguiendo con la metodología de trabajo de este y los posteriores artículos relativas a la existencia de la Atlántida, podríamos identificar a Tartessos con la civilización de la Atlántida…. Sin embargo, la respuesta posible sería si y no a la vez. Recordemos que estamos a través de un mito y leyenda, identificando las partes que la conformaron el mito, para a su vez ir separando –como si de una piel de cebolla se tratase- de los recuerdos de diferentes civilizaciones que han conformado el mismo mito. Por tanto, aquí solamente tenemos una parte, pero obviamente la civilización de Tartessos no apareció de la nada y además, ya desde sus orígenes era una civilización marinera y con elementos avanzados en su civilización, procedentes en alguna medida de civilizaciones anteriores del Sudeste Peninsular, pero que estas a su vez de algún lugar tuvieron que salir…. ¿La pregunta es… que civilización pudo ocupar el mismo espacio que Tartessos y ser anterior a esta?
Hay dos indicios arqueológicos en Huelva que nos ponen sobre la pista. El primero de ellos son las denominados 29 29 estatuillas de los ídolos hallados en la zona del Seminario de Huelva, en el área del Plan Parcial número 8. Estas esculturas poseen unos 5.000 años de antigüedad, fechadas entorno al tercer milenio antes de Cristo, lo que confirmaría el origen de la ciudad de Huelva en la Edad del Cobre y por tanto, muy anterior a la civilización tartésica. Esas figuras provienen de una necrópolis –parcialmente destruida en el 2016- de una zona situada entre dos ríos, con un estuario que permitía a sus habitantes alimentarse principalmente de moluscos bivalvos, almejas, navajas, pesca y mantener una alta cota de población. La necrópolis denota que la posición del enclave humano debía de ser estratégica al estar cerca de la marisma, con una tierra rica para la agricultura y un punto geográfico único para el comercio.

Sin embargo, si el enclave hace referencia a una necrópolis y a un terreno próximo al mar, con un suelo agrícola con indicios de cultivo de vid desde el 3000 AP o a. C, la cuestión nos lleva a preguntarnos: ¿dónde se encontraba el núcleo urbano principal? ¿Qué punto de la ciudad era la parte habitada? ¿dónde estuvo este primer poblamiento que pudo dar pie al nacimiento de la capital Onubense?
En este punto la respuesta nos la da la Geología…. Este primer poblamiento o ciudad Onubense –la más antigua del Occidente Europeo- se podría encontrar bajo los sedimentos de la actual Ría de Huelva debido fundamentalmente al cambio de la línea del litoral desde hace 5.000 años hasta nuestros días. Si observamos la localización de los escasos espacios urbanos de épocas posteriores, éstos siempre estuvieron a la orilla de ríos y estuarios y, en el caso de la Ría de Huelva o de los enclaves tartésicos de forma especial, ya que, en parte su economía estaba ligada a las actividades acuáticas. Es lógico suponer que dicho poblamiento del calcolítico estaría situado también en las orillas. Como bajo la actual ciudad de Huelva y en las zonas cercanas a la ría no se han encontrado evidencias de asentamientos de estas edades, todo parece indicar que se encuentren actualmente bajo la línea de costa, ya que los datos geológicos más recientes demuestran que el nivel del mar estaba en ascenso durante el Calcolítico, encontrándose en el tercer milenio antes de Cristo unos metros por debajo del nivel actual. Esa subida del nivel del mar continuó hasta hace 4500 años y debió inundar los núcleos urbanos –a veces de forma súbita- haciéndolos migrar hacia zonas más altas. Posteriormente la sedimentación de la Ría de Huelva, enterraría definitivamente el asentamiento.

Como colofón, me gustaría que observaseis estas dos fotos satelitales del área correspondiente cercana al Lucio del Rinconcillo -Doñana- La primera es de 1984, la segunda del 2002 y la tercera es del 2020 -atención a la marca denominada «Trident»-. Si os fijáis en la primera y segunda imagen satelital, las barras de arena y sedimentos coinciden con la descripción de Platón sobre la capital de la Atlántida –integrada por círculos concéntricos de tierra y mar, lo que nos da la pista de ser una isla, la cuál debía de encontrarse en una zona de poca profundidad y con pocas corrientes marinas, como una ensenada o un lago marino-



