El primer mes del año comenzaba con la festividad del “Samhain” – unos cuarenta días después del equinoccio de otoño, es decir el 21 de Septiembre- pero que no obstante no hay que perder de vista que se basaba en la primera Luna llena más cercana entre el equinoccio de Otoño y el Solsticio de Invierno y que literalmente significa “final del verano” Es importante tener en cuenta la lunación porque existe la creencia de que dicha festividad era la noche del 31 de Octubre al 1 de Noviembre, cuando la celebración correspondía siempre a la Luna más cercana entre el Equinoccio y el Solsticio de Invierno. Además, dicha celebración se prolongaba durante tres noches sucesivas -denominadas las tres noches de “Samonios” en la tradición céltica, mientras que en la filosofía Ecland solamente se celebraban dos noches- Por ejemplo si seguimos estas indicaciones, el Samhain del 2016 correspondería al Lunes 16 de Octubre de dicho año…
Esta fecha conmemoraba principalmente dos cosas, en primer lugar, el respecto y devoción a los fallecidos y la gente del más allá o reino de Anhww -Feary, es decir el mundo de las Hadas- y, en segundo lugar, el fin de la temporada de las cosechas. Era muy importante ya que coincidía con el Año Nuevo Celta y daba paso a la estación oscura, al frío del invierno y al recogimiento en casa hasta la llegada del buen tiempo y las cosechas de nuevo, anunciando -dentro del año pastoril- el momento en el que los animales eran traídos desde los campos -algunos para ser sacrificados y adobados para el invierno y otros para ser cuidados como animales de cría- tal como viene sucediendo todavía en San Martín -11 de Noviembre- En otro orden de cosas, existe la creencia que en esa fecha se abren las puertas de los dos mundos -el nuestro y el de las hadas- por lo que se puede pasar de un mundo a otro y vivir prodigios de toda clase. Es un momento de muerte ritual y simbólica del verano y con ello del año y la luz, pudiendo además producirse diversos peligros al desaparecer las barreras del espacio y tiempo y las leyes que rigen en ambos mundos. En esos momentos obran poderosas fuerzas que propician el encuentro con los antepasados fallecidos, pero también con poderes sombríos que aprovechan la ocasión para intentar apoderarse de nuestro mundo o de las almas de las personas, especialmente de ancianos, niños y viajeros -simbolizado perfectamente por la personalidad del dios céltico irlandés “Don”, dios cruel, sanguinario y sombrío-
Precisamente por este motivo, se ponía unas peculiares lámparas consistentes en sus inicios en colocar una vela en la boca abierta de las cabezas cortadas de los guerreros rivales -los celtas eran cazadores rituales de cabezas- las cuales, plantadas en el acceso de los “Caer” o “Castros” célticos, cumplían la triple función de iluminar a los viajeros, servir de guía para la visita de los difuntos de la familia a la misma y espantar a los malos espíritus & entes que cruzando los dos mundos, intentaran apoderarse de la comunidad y/o familia. Posteriormente esta práctica fue substituida por vaciar un nabo, hacerle un rostro y colocarlo en dinteles de puertas, accesos y ventanas con idéntico fin, siendo substituido en el siglo XX por la famosa calabaza de Haloween, importada -o mejor dicho reimportado- de tierras americanas. Todavía a principios de la década de los 80 del pasado siglo, era posible ver Nabos y Calabazas -mucho antes del “boom de Haloween”- en los accesos de masías solitarias, entre las comarcas de l’ Osona y el Ripollès, en Catalunya.
