Las virtudes Personales que cultiva el Ecland

En otro apartado hemos visto el concepto de la búsqueda y la especial importancia que tiene en el Ecland, a fin de dar un sentido a su propia vida, en el mundo que habitamos y como contribuir a que nuestro paso por la vida permita aportar una acción o conocimiento que contribuya a mejorar la humanidad y su relación con la Naturaleza, madre de los seres vivos que habitamos el planeta…. Para ello la acción y la propia libertad adquiere una especial relevancia con respecto a la forma de actuar y vivir en el mundo a la hora de mejorarlo; pero no obstante y a pesar de que tengamos el objetivo de ello y para conseguirlo vivamos la vida con coraje y alegría, obviamente impone unas ciertas limitaciones individuales a esa libertad individual a la que tanto nos aferramos y justificamos…

Pero la pregunta es… ¿cómo se plantean esas limitaciones, si precisamente la propia libertad individual, es la que es determinante para conseguir llegar a la esencia de lo que consideramos divino y en base de los medios que obtenemos con el contacto con la propia Naturaleza?

La pregunta plantea de entrada una cuestión difícil, dado que el mero concepto de la búsqueda no nos da una respuesta por si sola…. No obstante, existe un concepto abstracto que define y explica la finalidad del proceso de búsqueda, es decir hacia donde nos lleva el mismo y que en conjunto viene a ser como el concepto alquímico de la “piedra filosofal”, que viene a ser como un proceso de auto iniciación mediante nuestra propia búsqueda y una vez que se consigue llegar a la esencia considerada divina, se pasa de imperfecto a lo perfecto como seres dentro de la Naturaleza, interactuando con la conciencia propia y de la Naturaleza y deviniendo como creador/a mismo/a. Este concepto recibe el nombre simbólico de “L’Ou del Món –Huevo del Mundo- y viene simbolizado por la Vía Láctea, o su representación gráfica en la “Triskel” donde pasado, presente y futuro se conjugan en un “no tiempo” en su mismo centro.  Volveremos a hablar de ello más adelante…

Esas limitaciones individuales vienen a ser un conjunto de cualidades humanas a aspirar, con la doble intencionalidad de permitir en nuestra búsqueda llegar al final de la misma, si es lo que deseamos – El centro de Caer Arianhrod o Vía Láctea… es decir conseguir llegar al “Huevo del Mundo” y cultivar dichas cualidades, como si de un jardín se tratara, adquiriendo la forma de una experiencia prácticamente religiosa…

…pero si es una experiencia de carácter religioso, a que credo pertenece? ¿Es compatible con otras creencias o formas de entender la vida? ¿Es necesario tener unas creencias en algún tipo de trascendente?

Todas estas preguntas tienen a su vez una fácil respuesta haciendo un pequeño ejercicio de correspondencia y enfoque sistémico, que viene a ser el recordar el contexto histórico y social que se desarrolló esta filosofía, además del contexto geográfico y mediambiental –recordemos que el territorio del que he recopilado dicha tradición es y ha sido montañoso y muy boscoso-  Aquellas gentes ya desde la más remota antigüedad definieron un sistema de creencias de carácter chamánico y numinico, que posteriormente evoluciono a formas politeístas, que no solo recogían los diferentes fenómenos y fuerzas de la Naturaleza, sino también aspectos más vinculados con las pasiones y la psique humana. Posteriormente, al aparecer el cristianismo se desarrolló un sincretismo entre antiguas formas religiosas y la nueva religión –tal como a su vez había pasado entre las formas de religiosidad pre & célticas y las célticas-  No obstante el denominador común y acorde con todas ellas ha sido y es la creencia en dioses/as y/o santos/as que interaccionan con la humanidad como intermediarios y consejeros, pero siempre sin exigir o manipular a las personas en aras de una devoción a los/as mismo/as. Uno es libre de comunicarse con dichas entidades donde y de la manera que le plazca, ya sea en medio de un bosque o en Santuarios que a lo largo de los siglos han compartido diversas formas de religiosidad, siendo por eso el mismo enclave y señalando mediante tradiciones y leyendas, el ser un enclave para diversas formas de religiosidad.  Igualmente es libre de compartir sus inquietudes, deseos y alegrías con los mismos/as y pedir sus favores, pero siempre y cuando estos sean un reflejo de nuestro mundo interior y no de acciones materiales o soluciones divinas. El ser humano es libre y ningún credo u orden ha de decidir cómo relacionar los humanos con sus divinidades, de la misma manera que las mismas no pueden controlar o exigir a la humanidad una devoción especial y única, dado que también forman parte de la misma Naturaleza y del orden evolutivo de las cosas y de la espiral que nos lleva al “Huevo del Mundo” La única expresión de la divinidad sensible en sí, es la fuerza y la energía de la Naturaleza, siendo los dioses/as formas de manifestación local de la misma, con un cierto grado de conciencia propia.

Gracias a esta interpretación religiosa, el Ecland gozó de una libertad que permitió cultivar su espíritu crítico, sin las limitaciones impuestas por otras formas de religiosidad. Esa libertad dio pie a una serie de reflexiones que a lo largo de los siglos condujeron a las limitaciones individuales que nos referimos, en aras de propiciar un mundo mejor y una contribución más eficaz en mejorar el mundo mediante nuestra contribución…. Las mismas quedaron definidas en los siguientes conceptos…

Alegría. A diferencia de muchas grandes religiones y filosofías, se considera que la vida cotidiana, a pesar de las etapas y vicisitudes que pasamos durante la misma, es en su conjunto un regalo y por tanto inicialmente es bella en sí. Por eso mismo hay que disfrutarla en la medida de nuestra relación con la época y el lugar que nos ha tocado vivir y, desear que nos colme de dicha, aspirando a cumplir los sueños y objetivos que deseamos. Por todo ello nos tomamos la vida con humor y alegría, dado que no solo es una forma de afrontar nuestro paso por el mundo, sino que con optimismo, alegría y humor conjuramos en cierta manera la fatalidad, proyectando una imagen positiva hacia los demás y aprendiendo a controlar las pasiones destructivas contra nuestro entorno, los demás y nosotros mismos. Gracias a esta forma de entender la vida, nos hacemos responsables de nuestros actos y aprendemos el respeto hacia los demás y nuestro entorno.

Coraje. A fin de conseguir un tránsito con dicha, en la vida que nos ha tocado llevar, la alegría de la vida y de la existencia en si debe ser acompañada de valor para enfrentarlos a todos los retos y pruebas que tendremos que afrontar a lo largo de nuestra vida. Gracias a esta predisposición, el espíritu de nuestros ancestros “Ecland” fluye por nuestro ser, igual que el entendimiento del concepto de la vida en el seno de la existencia, junto con los demás seres en la propia Naturaleza. El coraje nos lleva a la libertad, a sentirnos dentro del esquema sistémico de la propia naturaleza –simbolizado por el árbol de la vida- y al huir de promesas de salvación universal, con lo que nos enfrentamos a nuestro propio destino con coraje, honor y como guerrero/as, que es la esencia que llevamos dentro.

Fidelidad. Se fiel a tu propia esencia, a pesar de que las vicisitudes de la vida te pondrán a prueba y en ocasiones tendrás que realizar trabajos, actos y desplazamientos no acorde con tu esencia. A pesar de que las obligaciones materiales, o hacia terceros de la vida que nos ha tocado vivir nos lo impondrán en apariencia. Sin embargo, si eres consecuente con la fidelidad hacia ti mismo/a –no confundir por ello con la evolución de nuestra personalidad- serás fiel con tu comunidad, familia, amigos, mascotas y semejantes y con el seno de la Tierra y la existencia de la vida en su seno, con lo que en algún momento determinado podrás recuperar los valores transmitidos y proyectar con mayor fuerza. No olvides la creencia de que lo que hacemos regresa con mayor fuerza a nosotros.

Honor. Actúa con nobleza y según tus principios para llegar a los demás. Ello implica la aceptación personal y la construcción en el imaginario social, vinculando las virtudes humanas del deber y al mérito. El honor es el valor de una persona mediante su propia mirada, pero también a ojos de la sociedad que aspiramos y es una virtud que transmitiremos indirectamente a nuestros descendientes.

Confianza. Muy relacionado con el valor de la fidelidad y el coraje, se trata de tener confianza en tus propias capacidades y en el saber ser y estar que nos enseña la Naturaleza, porque en el momento dado sabremos identificar la oportunidad y aprovecharla. También es importante esa confianza en poder superar las pruebas que nos aporta la vida cotidiana, porque sabremos sentirnos seguros y proyectar esa seguridad hacia los demás, renovando ese compromiso de preservación hacia los mismos, que es la base del servicio hacia la comunidad de nuestros antepasados Ecland.

Perseverancia. De la misma forma que tenemos confianza, coraje y alegría, todo ello se materializa en la consecución del objetivo/os que tengamos; por lo que la perseverancia en no apartarnos del objetivo que iniciamos en nuestra búsqueda, da un sentido a la misma como razón de ser y a las pretensiones que tengamos a lo largo de nuestra vida. Es importante no confundir la perseverancia con la tozudez, ya que hablamos de un fin mucho mayor y vinculado con nuestra búsqueda, el cuál puede ser consecuencia de vivir determinadas situaciones y pasar por estadios materiales para llegar al mismo, pero el mismo no es el resultado de dichas vicisitudes, por lo que debemos identificar la tozudez con un aspecto no productivo y en múltiples ocasiones vinculado con finalidades materiales.

Paciencia. Es la madre de la perseverancia. En ocasiones debemos pararnos y contemplar la situación, a fin de analizar cuál es la mejor estrategia o si debemos plantearnos aspectos esenciales del camino de nuestra búsqueda. Ello implica que tengamos que cultivar la paciencia y contemplemos la existencia del tiempo en nuestro plano, como un elemento que más que frenar nuestro camino, hace que nos detengamos a saborear la quietud y nos invite a reflexionar.

Disciplina. Es la fuente de nuestro trabajo interior, que comienza por las disciplinas que nos impone nuestra propia sociedad y la vida cotidiana vinculada a la misma. Pero a fin de conseguir cultivar los aspectos de la visión y/o filosofía Ecland, la misma no finaliza al término de nuestra jornada cotidiana, sino que continua en la medida de nuestra búsqueda, ya sea mediante artes y estímulos externos, o vinculando las aportaciones exteriores con nuestra visión de la búsqueda que hemos iniciado. Además, tiene otra variable saludable hacia las personas y es que el movimiento impide la relajación continua, con lo que cultivamos nuestra mente y nuestro cuerpo físico e impedimos a la larga diversas patologías vinculadas con el sedentarismo y el envejecimiento.

Hospitalidad. Pilar fundamental de vinculado con el resto de los principios y/o virtudes personales del Ecland…. El mismo representa un deber que nos acerca con el respeto hacía la Naturaleza y los demás, pero que también permite crear un mundo mejor, dado que aquellas personas y seres beneficiados de la hospitalidad del lugar, momento, situación y medida que podamos ofrecer, reciben un impulso positivo con lo que a su vez ellos mismos eliminan desconfianzas y miedos, contribuyendo a hacer un mundo mejor. Recordar que siempre va en relación a lo que realmente podemos ofrecer o hacer y no a lo que desean los demás de nosotros.

Productividad. Esta virtud está relacionada estrechamente con la disciplina y parte del concepto de que la disciplina que mantenemos en nuestra búsqueda, tenga una repercusión directa o indirecta en el conjunto del resto de los seres que habitan el planeta, en mayor o menor grado y acorde a los elementos y motivaciones que impulsan nuestra búsqueda. En ningún caso se refiere a los postulados de la sociedad occidental actual y su tendencia a convertir la productividad en un indicador material de nuestro paso por un determinado colectivo o por el conjunto de la sociedad.

Visión global y estratégica.  Con ello nos referimos a ese estado que alcanzamos y nos permite ver que todo está relacionado mediante un enfoque de tipo sistémico. A partir de este punto somos capaces de analizar diversos elementos cotidianos o de los tiempos y lugares que nos ha tocado vivir y proyectar en base a nuestra información los escenarios futuros. Ello nos permite avanzar en nuestra búsqueda y desde un punto de vista práctico, adelantarnos a acontecimientos que pueden ser cruciales y que pueden tener una repercusión directa en nuestro entorno o sociedad. De hecho, desde estas líneas puedo afirmar que gran parte de personas que se dedican a la adivinación e interpretación del futuro, no tienen ningún don o elemento “extrasensorial” alguno, sino que simplemente y en ocasiones sin lo que sepan, han desarrollado esta virtud. No obstante esta visión global no es relativa exclusivamente a lo expuesto, sino que partiendo de la base que integramos un sistema natural interconectado –recordar, el símbolo del árbol de la vida- también estamos conectados con las generaciones pasadas –nuestros ancestros- y las venideras –nuestros descendientes- de la misma manera y en función de la religión que procesamos –en el caso de los Ecland, históricamente y mayoritariamente han sido politeístas, con divinidades vinculadas a la Tierra y sus elementos y en muchas ocasiones disfrazadas y cristianizadas mediante la figura de Santos y Vírgenes- esta conexión también abarca a nuestras divinidades, que tienen una relación de hermandad y armonía y no de sometimiento y esclavitud. Por todo ello y dado que, desde este enfoque, lo que hacemos tiene su repercusión en la eternidad –por denominar otros planos o Universos paralelos- el enfoque estratégico también lo extrapolamos a dichos planos, caso de necesidad o que nuestra búsqueda y evolución nos lleve a la interrelación  y el interés por dichos planos.

Anecdóticamente y en la actualidad, existe una religión reconocida en algunos países –España entre ellos- basada en el culto a los dioses antiguos escandinavos –la cual se denomina “Asatrú”-presentando unas notables similitudes en las virtudes a cultivar por parte de sus seguidores, con respecto a las virtudes o ideales aquí descritos. Al ser una religión relativamente “nueva” cabría preguntarse si la misma ha tenido contacto con las virtudes aquí descritas –que recuerdo que provienen de un punto del prepirineo catalán-, sin conexión entre las mismas- o es una copia de las virtudes Ecland… La respuesta es mucho más fácil; el Asatrú se basa en un profundo respeto hacia los ancestros, descendientes y la Naturaleza en si, personificada mediante las divinidades escandinavas del período germánico y vikingo –loa “Asir” y los “Vanir”-  y los elementos provienen de la mitología nórdica vinculada con estas deidades. Las mismas en sus orígenes tuvieron contacto con diversos pueblos germánicos que a su vez fueron muy influidas por poblaciones célticas, con lo que es muy fácil que esta idea se hubiera propagado en aquellas tierras, al igual que se propago en el enclave citado donde servidor lo aprendío, que por otro lado parece ser que estuvo en el límite más septentrional de la expansión cultura céltica -manteniéndose gracias a la orografía y apartado del lugar- En cualquier caso, las finalidades de las mismas responden a crear un mundo mejor para personas y otros seres de la Naturaleza.

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2 comentarios en “Las virtudes Personales que cultiva el Ecland

    1. Avatar de ecland

      Muchas gracias. Celebro que te abra gustado. Saludos !!!

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